There gloom the dark, broad seas."*
Aún quedan varias horas para que amanezca. Los folios se acumulan en mi escritorio acompañados por una taza de café humeante Abandonado por la motivación no puedo hacer otra cosa que mirar esos apuntes con agonía.
La planificación de la carrera no puede ser más desastrosa. De cinco asignaturas sólo una ofrece algo fresco. El resto son remixes baratos de las pasadas materias. Ante esto mi desesperación aumenta, la concentración se vuelve a la cama y yo sólo puedo dejarme caer en la silla con sonoro suspiro. Y el día de "estudio" a penas ha empezado. Genial.
No puedo creerme en estar en una situación propia de un alumno de primero. A estas alturas. Hago un esfuerzo titánico. Lucho contra la absurdez de los catedráticos, contra folios que no paran de repetirme cosas pasadas. ¿Esto otra vez? ¿En serio? El asalto no dura más de 40 minutos.
It may be we shall touch the Happy Isles,
We are not now that strength which in old days
Made weak by time and fate, but strong in will
To strive, to seek, to find, and not to yield."
Tengo la sensación de que poco más se puedo hacer ante esta situación. Puede parecer una nimiedad. Pero sin motivación no somos nada. Y ni el futuro trabajo, ni nuevos conocimientos, ni el sentimiento de deber o cualquier otra cosa que gane aprobando estas dichosas asignaturas hacen más fácil la tarea.
Únicamente queda el orgullo propio. Que éste tome las riendas de un caballo que ya quería sacrificar. Que me salve de la vergüenza que supone suspender, fallar en el único deber que ahora mismo tengo en mi parca vida de universitario. Tirar de cabezonería. Y, cuando en poco tiempo me enfrente a las preguntas de mis verdugos, rezar y musitar un "no queda sino batirse."** Intentar ser un mito, ir a por el pez gordo, ir a matar a la invencible Medusa. Y como mínimo morir con las botas puestas. Se puede tolerar el fracaso pero no el no intentarlo. Como Mandela en Robben Island, en la cabeza el poema de William Ernest Henley:
"En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror.
No obstante, la amenaza de los años me halla,
y me hallará, sin temor.
Ya no importa cuan recto haya sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a la espalda:
Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma."
*Ambos encabezados son fragmentos del poema "Ulysses" de Alfred, Lord Tennyson.
**También vale "la suerte ya está echada" o "que Dios me asista." Depende del carácter de uno
No hay comentarios:
Publicar un comentario