No sé si habrá llegado la parafernalia que montan los ingleses en Noviembre a España. Imagino que sí, ya que también tuvo calado en el nefasto amistoso de las selecciones en Wembley el pasado sábado.
Para aquellos que no lo sepan, los británicos tienen dos grandes fiestas patrióticas dicho mes. El 5 de Noviembre es el Bonfire Night. Donde se comemora el fracaso de Guy Fawkes de volar por los aires el Parlamento Británico en 1605. Exactamente, el mismo tipo que aparece en V de Vendetta. Con una pegadiza canción " remember, remember the fifth of november..." están toda una semana con fuegos artificiales y en dicho día montan una que me rio yo de las fallas de Valencia.
Por si fuera poco, nada más explotar el último fuego artificial, se ponen un amapola en el pecho para conmemorar los muertos británicos en acción desde la Gran Guerra. Es el llamado Remembrance Day o Poppy ( amapola) Day. De repente todas las calles se llenan de niños y ancianos vestidos de uniforme pidiendo donativos y regalando amapolas por doquier. En la tele, en las calles, todos la llevan ¡Hasta los maniquíes de las tiendas de ropa! Y discursos sobre la lucha por la libertad y demás demagogia, que en eso se parecen mucho los británicos a los sofistas griegos. Y llega el 11 de Noviembre y se guardan dos minutos de silencio, y hay un gran desfile y festival. Y que quereis que os diga, después de dos semanas que parecen el día de la marmota de Bill Murray pero sin gracia, con programas de veteranos contando sus batallas, pues uno ya pierde toda sensibilidad.
Estas últimas semanas las he vivido con una mezcla de admiración y respeto por los ingleses por su memoria histórica y algo mosqueado porque aunque mucha veces está desfasada y celebran cualquier cosa. La comparación con España es inevitable. Y se me cae el alma a los pies.
La Historia tan magnífica, asombrosa y tristemente dolorosa que tenemos. En los últimos doscientos años decidimos que para qué luchar contra otros países cuando lo podemos hacer entre nosotros y una eterna guerra civil y división han reducido y nublado nuestra esencia como nación. Cuando pienso en España no veo ni banderas ni gobiernos, pero sí mi familia y mis amigos, la ilusión de encontrar españoles por York y hablar con ellos un rato, las calles de Madrid, mi pueblo en la sierra, el cielo de Sevilla o la belleza de Málaga, Santander y Granada. Ciudades, personas y situaciones que tendrán siempre un lugar en mi corazón y mi memoria y por las que merecen la pena luchar.
Parece mentira que el espíritu español se haya evaporizado, ese empuje que llevo a Tartessos a ser un gran reino en la Antigüedad, a Abderramán III a hacer de Córdoba y del Al-Andalus la envidia de Europa con un gran esplendor cultural y la convivencia pacífica entre las tres religiones, a los Reyes Cristianos a parar el fanatismo religioso de los Almohades en la batalla de las Navas de Tolosa, a el Gran Capitán a conquistar Italia, la aventura hispánica en América, el respeto y admiración de los Tercios españoles por Europa, por nombrar unos cuantos ejemplos.
Gracias a nefastos gobiernos, curas y el gusto por apuñalarnos a nosotros mismo hemos vivido dos siglos de continua decadencia a pesar de grandes hombres que intentaron rescatar el espíritu español. El Pensamiento Único y la ambición personal están volviendo a desgarrar nuestro país y en nuestro interior está la solución de salvar lo bello que queda, de volver a nacer sobre nuestras cenizas y que volvamos a caminar por el mundo orgullosos de nosotros mismos, no a base de cuchillazos, pólvora y sangre como en 1600 pero a base de cultura, respeto, trabajo, esfuerzo y ánimos de mejorar. Porque en España faltan huevos para decir "basta ya"; no con manifestaciones y quejándonos de lo que elegimos en el pasado sino con sacrificio y pelea. No hay que esperar el milagro, hay que serlo.
La crisi ha sacado a la superficie el resentimiento, la ambición de políticos y la división. Pero a la vez nos da la oportunidad de volver a ser nosotros mismos y unirnos para luchar por una España mejor. La ilusión, la belleza y la historia de cada español que conozco son los recuerdos que quedan en mi memoria y me motivan para no perder la esperanza en este país y seguir peleando. En fin amigos, fuerza y honor y gloria eterna a España.
estaría genial recuperar algo del sentimiento patriótico... que no pasa nada macho, Vemos el rojo y amarillo y no nos causa respeto ni admiración, a pesar de su historia, que no tiene nada que envidiar a la de los paises que nos rodean, como tu has dicho.
ResponderEliminarLa verdad es que yo nunca me he sentido español, pero lo cierto es que lo soy.
España es la tierra en la que nací, y donde crecí, para bien y para mal. Cuando veo la bandera no pienso en gobiernos y demás calaña que nos ha hundido, como mucha gente hace (creo), sino en mi familia, amigos, la solidaridad y amabilidad que nos caracteriza, la belleza de ciudades y paisajes, en fin, las cosas buenas que tenemos y porque las que merece la pena luchar. Y me da pena que la gente no vea ese lado sino todo lo malo.
ResponderEliminarIgual hace falta vivir en otro país por un tiempo para darse cuenta de ello jeje
todos esos sentimientos son preciosos, ojalá los pudieramos compartir todos los españoles. tienes mucha razón... y lo de vivir en otro pais no te creas, que funcionaría con más de uno.
ResponderEliminarYo me he dado cuenta de lo que me gusta la sierra de Madrid cuando me he ido a vivir a Pamplona, seguro que si me fuera a otro pais a vivir me pasaría lo mismo con España.
:-)