En Semana Santa mucha gente pasa tiempo con los familiares y amigos. Una semana de descanso y de pasar en grupo, para unos con más significado que para otros. Vamos, como unas Navidades sin regalos. Sin embargo, por motivos que no vienen al caso, yo las estoy pasando solo al igual que las últimas Navidades. Uno podría pensar que estoy triste y desmotivado. Pero nada más lejos de la realidad porque he descubierto el significado de soledad y lo que ello conlleva: aprender a amarse y respetarse a uno mismo.
Hasta hace no mucho tiempo tenía una muy mala concepción de la soledad. La veía fría, angustiosa, infinita. Un arma blandida por el mismo Satán para hundirnos en las más profundas miserias. Lo veía como el infierno mismo. Con tanta gente en el mundo, superando récords históricos de población ¿cómo podía haber tanta gente sola? Y, lo que era peor, yo podía acabar solo.
En un mundo dónde las redes sociales cuentan con 500, 600 y hasta 700 millones de usuarios es fácil encontrar perfiles con 100, 300, 500 ó 1000 amigos. Nunca la palabra “amigo” ha tenido tan poco significado. Por otro lado es difícil encontrar perfiles realistas con 5, 10 ó 15 amigos. Y eso que muy pocos tienen la suerte de contar con tantos. En este mundo, la soledad reina en nuestras vidas cómo nunca antes lo había hecho. Se expande por nuestra realidad como un gas invisible y nos abraza y envuelve como una manta helada. Muchos la intentan rellenar, apartarla con contenidos vacíos y dañinos. Otros la intentan aprovechar.
Porque la soledad tiene sus virtudes. Sí, virtudes. Porque la soledad no traiciona y siempre escucha. No da la espalda ni pone condiciones. El único lugar donde perderse y conocerse a sí mismo. Como dice Baudelaire, “ quien no sabe poblar la soledad no sabe ni estar consigo mismo ni con los demás.” La soledad nos enfrenta a la realidad tal y como es. “ La soledad es el imperio de la conciencia” según Becquer y “ la suerte de todos los espíritus excelentes” para Schopenhauer. “La valía de los hombres se mide por la cantidad de soledad que pueden soportar” .En definitiva, la soledad es el precio de la libertad y el mundo es una prisión de falsa apariencias.
La soledad, como casi todo en la vida, es un arma de doble filo, hay que aprender a utilizar tanto la soledad que uno elige como la que uno se ha visto impuesta .Y para ello, hay que hacer un esfuerzo, hay que sacar al lobo estepario que llevamos dentro. EL hombre es un ser social, pero la soledad es inevitable para nuestra supervivencia, pues es un recipiente que llenar con nuestro “yo” para aprender a amarlo y respetarlo y una vez hecho esto, solo entonces, podremos amar a los demás y al mundo que nos rodea. “¿ Por qué la gente rehúye de la soledad? Porque son pocos los que se encuentran en buena compañía” nos dice Carlo Dossi. Se podría decir que todas nuestras penas, o al menos la mayoría, vienen de no saber estar solos.
Por todo ellos, salgan de sus casa, apaguen sus ordenadores y televisiones. Den una vuelta y piensen. Sean un lobo estepario. Disfruten de la soledad. El esfuerzo merece la pena.
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