miércoles, 13 de junio de 2012

Un Trago antes de la Guerra

Un trago antes de la guerra. Un trago antes de que el hombre se quite la careta y la infamia recorra el mundo. Un trago para aliviar las dudas y los temores de nuestra alma. Un trago para la que nos espera.

La guerra (financiera) estalló en 2007 y desde entonces hemos vivido en una burbuja. Da vergüenza ajena como los medios de comunicaciones afines al gobierno de turno tapan las miserias que éstos crean y los errores que cometen. Cubren la mierda que han generado y generan con un fino manto de patriotismo barato, socialismo anti-social o de reproches hacia los alemanes. Los políticos controlan la banca, la justicia y los medios de comunicación de España; y con estas herramientas se agarran a los ciudadanos como unos parasitos, chupándoles todo el dinero-sangre.

Si estuviésemos en tiempos de la pesetas, los españoles hubiéramos pagado los caprichos de los políticos durante varias generaciones. Por suerte, vivimos en tiempos de euro, y nuestros "colegas" finlandeses, húngaros o alemanes no van a permitir que el politico español gane a su costa. Así pues, apretaron las tuercas al gobierno español hasta que éste dijo basta y "acepto" un rescate a su banca. Vendido como un éxito en España y como "tragico" en el extranjero. Curioso. Y este rescate ha hecho ver la realidad a los españoles cortos de miras. Espero.

Esa dura realidad nos indica que necesitamos un préstamo exterior (es decir, deuda pública) que puede llegar hasta los 100.000 millones de euros. También nos señala que ese préstamo no va dirigido a financiar un nuevo plan hidrológico, ayudar a las empresas u otras inversiones que permitan crear nuevas fuentes de riqueza, sino a la poca productiva tarea de compensar pérdidas anteriores ya acumuladas en los balances bancarios aunque no computadas hasta ahora. Mientras tanto, seguiremos con los déficits públicos ya comprometidos para los próximos años, y en consecuencia, seguiremos emitiendo nueva deuda pública para financiarnos, es decir, seguiremos aumentando nuestro endeudamiento.

Ante esta situación, no es tiempo ya de esperar ni ver sino de emprender una acción inmediata para recuperarnos. La ocasión exige que pongamos orden y tracemos un plan sensato, acorde a nuestras posibilidades y solidario. Por eso, deberíamos comenzar por definir con precisión y realismo cuál habría de ser la estructura adecuada de competencias y de gastos en las Comunidades Autónomas, porque de otro modo repetiremos más pronto que tarde los errores que nos han llevado a los déficits actuales. Deberíamos también diseñar de nuevo sus formas de financiación para que cada territorio termine soportando una parte adecuada del esfuerzo que necesite. Deberíamos, igualmente, podar el frondoso jardín actual de las subvenciones y ayudas de todo tipo que hoy se aplican a partidos, sindicatos, empresas y organismos públicos.

Pero aún deberíamos hacer mucho más. Deberíamos perseguir la corrupción en todas sus manifestaciones y enseñar a nuestros niños y adultos que éste no es el país de la impunidad. Deberíamos cambiar nuestro sistema de enseñanza a todos sus niveles para que, sin prejuicio de ayudar a los menos capaces, el mérito y el esfuerzo tengan su adecuada recompensa. Deberíamos igualmente facilitar la actividad de empresas y emprendedores, los únicos capaces de generar riqueza.

Sin duda, para comprometernos decididamente en ganar nuestro futuro necesitaríamos de algo que nos llevase a pensar que hasta aquí hemos llegado pero de aquí no pasamos porque pondría en peligro nuestra democracia, nuestra economía e, incluso, nuestra pervivencia como nación unida e independiente. Y ese algo lo hemos recibido en dosis de caballo el pasado sábado.  El trago lo tomamos cuando ya llevamos cinco años de guerra. Mejor tarde que nunca, pero hay que actuar YA. Antes de que sea demasiado tarde.


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